La calavera bajo el árbol es la que encuentra Claire enterrada en el bosque y se queda totalmente sorprendida porque tiene un empaste en uno de los dientes.
En la Tambores de otoño...[]
En agosto de 1768 Claire vuelve de una visita a casa de los Mueller cuando una tormenta la sorprende en el camino y la obliga a pasar la noche en el bosque. Se esconde para dormir en el hueco de las raíces de un gran cedro rojo que un rayo ha derribado; se acomoda, se quita los zapatos, dejándolos a su lado y se duerme, cayendo en un sueño intermitente y desordenado. Se despierta al oler a humo pues un árbol cercano está quemándose. Sale de su escondite para ver qué ha pasado y busca en la oscuridad sus zapatos pero no los localiza. Al momento vuelve al hueco del cedro y encuentra una calavera completa que conserva aún un fragmento de vértebra rota; junto a la calavera localiza también una piedra ovalada y de color marrón, un ópalo. Por un lado estaba lisa y por el otro tenía grabado un glifo en forma de espiral.
El hueso de la calavera estaba un poco áspero por la exposición a la humedad y la mayoría de los dientes estaban intactos, salvo algunos astillados o rotos. Según Claire, debía haber pertenecido a un hombre joven de unos treinta y tantos años y los bordes comprimidos de la vértebra revelaban que le habían arrancado la cabeza.
Aunque no sabe bien por qué, desde un primer momento Claire piensa que los huesos podrían haber pertenecido a un indio, no a un europeo.
Mientras que examina la calavera, Claire se vuelve a acomodar en el hueco del árbol y algo llama su atención; una luz firme y constante que va acercándose poco a poco y flota como a unos dos metros de altura. Claire se pone de pie y busca desesperadamente los zapatos en el hueco del árbol pero definitivamente no están allí. La luz da paso a la figura de un hombre alto, con taparrabos y pinturas de guerra a rayas rojas en brazos y piernas; también tenía la cara pintada de negro, desde la frente al mentón. Del pelo engrasado salía un penacho con dos plumas de pavo. No habló pero todo quedó inmerso en una gran tranquilidad.
Claire, sin saber qué está pasando, le pregunta qué quiere y le dice que no puede hacer nada por él, que sólo lo ve y eso es todo. El hombre le dice sin palabras que con eso es suficiente. Claire no lo ha visto pronunciar la frase, la ha oído en su cabeza con una voz distinta a la suya. Ya no tiene miedo y el hombre desaparece. Ella se vuelve a dormir y, al amanecer, se despierta con los lametazos de Rollo en la cara.
El perro la ha localizado gracias al olor de sus zapatos. Esa noche, en la casa grande del cerro Fraser, Rollo se volvió loco aullando y oliendo por todas partes; el joven Ian abrió la puerta para que el animal saliera por miedo a que los atacara y entonces encontraron los zapatos de Claire en el umbral perfectamente colocados uno al lado del otro. Rollo los olió e inmediatamente corrió en su busca por el bosque.
Cuando Jamie le cuenta a Claire cómo la han localizado, ella se estremece al pensar que alguien tuvo que coger los zapatos del hueco del árbol y llevarlos hasta el Cerro.
Ya en casa, Claire observa la calavera con más detenimiento y se extraña que, al pertenecer a un indio no tenga los dientes gastados debido a la dieta de la época. Cuando le da la vuelta para examinar los dientes con más detalle, observa que los molares tienen empastes de plata.
En febrero de 1770, durante el ceilidh del joven Ian, la anciana Tewaktenyonh pregunta a Claire por la piedra brillante y, cuando se la enseña, Claire tiene la seguridad de que la mujer ha visto antes el ópalo. Entonces le pregunta cómo lo ha conseguido y Claire le cuenta la historia de la tormenta, la calavera y el hombre con el rostro pintado.
Tewaktenyonh le narra lo sucedido en la aldea cuarenta años atrás, cuando llega un forastero llamado Ta'wineonawira, también conocido como Dientes de Nutria. Este hombre siempre lleva con él una piedra, un ópalo al que llama billé-bueltá (su billete de vuelta para volver a través de las piedras).
El relato de la historia, el ópalo y el final de la vida de Dientes de Nutria a manos de los indios de la tribu pone a Claire la piel de gallina al tener la certeza que él es el hombre que se le apareció la noche que encontró la calavera y que ésta le pertenecía.
Dientes de Nutria era un viajero en el tiempo pero Claire no sabe de qué época vino. Lo que sí sabe es que conservaba el ópalo para garantizar el paso a través de las piedras.