El oro francés es el tesoro en lingotes de oro que supuestamente el rey Luis XV envió a Carlos Estuardo para apoyar su causa.
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A finales de febrero de 1755, dos semanas después de la llegada de Lord John a la prisión de Ardsmuir para ocupar el cargo de alcalde, encuentran un vagabundo deambulando por el páramo cerca de la costa y balbuceando una mezcla de francés y gaélico. Parece que dice algo sobre el famoso oro francés (aunque Jamie está convencido que Luis nunca envió oro a los Estuardo) así que lo llevan a la aldea de Ardsmuir para atenderlo.
Fraser se sienta al lado de la cama donde habían depositado a Kerr que le habla aparentemente de incoherencias febriles sobre focas y brujas blancas.
Al oír el término bruja blanca, Jamie piensa que Duncan puede estar hablando de Claire. Asimismo cuando le habla de las focas, Fraser recuerda que éstas viven en un solo punto, en el rincón de las focas, en el extremo de las tierras de los MacKenzie, frente a Coigach. Este lugar lo conforman las tres islas de las focas, alineadas al borde de una pequeña bahía al abrigo de un cabo escarpado.
Con toda esta información, una vez que regresan a la prisión, Jamie decide escapar para ir hasta un lugar donde hay un altar en honor a santa Bride, también llamada “la Dama Blanca” por si tuviera relación con Claire. El altar se levanta sobre un pequeño estanque donde Jamie encuentra una caja pequeña con unas pocas monedas de oro y plata y un saquito de piel lleno de joyas.
Más tarde se descubre que estas monedas y joyas no tienen relación alguna con el oro francés, que estaba formado en su totalidad por lingotes de oro, y que corresponden al que será conocido como el tesoro de las focas.
Estando en su residencia de River Run y terminadas las celebraciones de su boda, Yocasta y su marido Duncan Innes son atacados en su dormitorio. Cuando Jamie, Claire y Brianna llegan a la habitación para socorrerlos, Yocasta les explica por qué cree que han sido atacados. La razón es el oro francés. Cree que los asaltantes fueron dos, uno de ellos irlandés, y le preguntó directamente por el oro.
Yocasta entonces le explica a su familia que este oro lo enviaron antes de Culloden, y era también conocido como el oro de los Estuardo o el oro de Luis. Jamie también había oído hablar del oro; recuerda el rumor que corría por las Tierras Altas desde lo de Culloden. Se rumoreaba que Luis enviaría oro para ayudar a su primo Carlos en aquella lucha. Después dijeron que el oro había llegado, pero supuestamente nadie lo vio.
Yocasta les cuenta que ella sí pudo ver el oro la noche que lo desembarcaron a remo desde un barco francés hasta Innismaraich, la isla de las focas, situada frente a Coigach. Eran treinta mil libras en lingotes de oro repartidos en seis cofres. La carga era pesada de tal modo que el bote sólo podía cargar dos cofres cada vez. Cada cofre tenía una flor de lis tallada en la tapa y estaban cerrados con bandas de hierro y un candado; cada candado aparecía sellado con lacre rojo, y el lacre lucía el sello del anillo del rey Luis: la flor de lis.
Los encargados del oro eran Hector Cameron, Dougal MacKenzie y un tercer hombre, que iba acompañado de Duncan Kerr, al que Yocasta no conocía. Iban todos enmascarados pero ella ya conocía a Héctor y a Dougal.
El oro llegó con retraso, en marzo de 1746; en esos momentos los hombres de Carlos se dirigían ya hacia Culloden por lo que los tres hombres decidieron que no era el momento de hacérselo llegar.
Es por esto que se dividió el oro y cada hombre se llevó dos de los cofres haciendo el juramento de sangre de guardar el secreto y conservar el tesoro con fidelidad en nombre de su monarca legítimo, el rey Jacobo Estuardo.
La parte que custodiaba Héctor fue escondida en un agujero en el dormitorio de Yocasta hasta que se lo pudiera hacer llegar a Carlos Estuardo, pero éste ya estaba en fuga. Entonces Héctor se incorporó al ejército del príncipe y regresó el 17 de abril ordenando a Yocasta que recogiera todo lo que tuviese valor pues debían huir a Edimburgo ya que la causa estaba perdida.
Como no podían llevar consigo los dos cofres, Héctor le dio a Yocasta tres lingotes para que los escondiera en el carruaje mientras él escondía el resto en el bosque. En ese momento ella no supo dónde los escondió.
Más adelante, Héctor compró River Run con parte del oro. De hecho, los asaltantes creían que estaba oculto en la plantación.Historia[1][]
No hay referentes históricos al oro francés pues, aunque Carlos Estuardo pensaba que Luis XV de Francia apoyaba su causa, la realidad era todo lo contrario y el monarca no tenía intención de ayudar a su primo.
En la historia del levantamiento sí se encuentran referencias al tesoro de Loch Arkaig, también llamado Oro Jacobita. Este oro fue enviado por España para contribuir al Alzamiento de 1745 y puede estar todavía escondido en el Loch Arkaig en Lochaber, antiguo distrito de las Tierras Altas.
Al parecer, España hizo dos envíos de oro; el primer envío fue interceptado por el clan Mackay. En el segundo envío (en abril de 1746) sí que había un suplemento francés pero al tener conocimiento de la derrota jacobita en la batalla de Culloden, los barcos que transportaban el oro se marcharon después de desembarcar sólo el dinero procedente de España. El dinero estaba repartido en siete cofres; uno de ellos fue robado por McDonald y el resto fue escondido en Loch Arkaig (al norte de Fort William).
Jon Murray (un fugitivo jacobita) era la persona que sabía la ubicación del oro. Cuando lo arrestaron, se confió el tesoro primero a Donald Cameron de Lochiel, el jefe del clan Cameron, y luego a MacPherson de Cluny, jefe del clan MacPherson.
Parece ser que Cluny mantuvo el control del dinero y, aunque se pensaba que seguía escondido en Arkaig, con el paso del tiempo el destino del dinero ya no estaba tan claro. Cluny estuvo ocho años escondido en una cueva, tiempo durante el cual Carlos Estuardo estuvo buscando sin éxito el oro.
En 1753, Archibald Cameron de Lochiel, hermano de Donald Cameron, fue el encargado de buscar el tesoro pero lo arrestaron y fue sentenciado a muerte.
De este modo, el oro se convirtió en motivo de discordia y quejas entre los jacobitas que sobrevivieron.
El paradero del oro sigue siendo una incógnita, aunque se encontraron pistas en unos registros históricos del clan Cameron, en el que indicaban que se habían hallado monedas de oro acuñadas en Francia en los bosques cercanos al lago Arkaigh.[2]